Mijaíl Gorbachov 

por Ulises Bravo Martin

En fechas recientes los obituarios de los principales diarios y noticiarios del mundo se hicieron eco del fallecimiento del último secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética.


Mijaíl Gorbachov enamoró a Occidente con sus propuestas de paz y sus innovadoras ideas encaminadas a democratizar el Sistema Comunista Soviético,  inmediatamente surgieron infinidad de enemigos internos y externos fervientes defensores de mantener el estado de cosas vigente, seguidores de la ortodoxia comunista. 


Mientras el mundo rendía homenaje a su figura los analistas rusos retomaron el debate de si Gorbachov debía pasar a la historia como un héroe o un traidor a la clase obrera mundial.


Para muchos fue el artífice de la caída del ya frágil muro de Berlín y el derrumbe del otrora campo socialista. Abrió un nuevo tipo de relaciones entre países, detuvo la marcha del reloj nuclear y la guerra fría pasó al olvido,  en Cuba la noticia apenas tuvo relevancia como tampoco la tuvo los trascendentales acontecimientos que sacudieron Europa del Este a finales de los ochenta y principios de los noventa del siglo pasado, la afiliación del gobierno cubano a la ultraconservadora idea de que el último líder Soviético traicionó al proletariado mundial permanecía intacta y por eso debía ser denostado y olvidado.


Con la irrupción de la Glasnost y la Perestroika (Transparencia y Reestructuración)  Gorbachov centró sus esfuerzos en reflotar un sistema sumido en el inmovilismo, una economía moribunda atada al dogma comunista de planificación y control estatal, baja productividad,  elevados gastos superfluos e incapaz de competir con los países desarrollados de occidente.


El gobierno cubano temeroso de ser arrastrado hacia la apertura iniciada por Gorbachov comenzó un proceso de rectificación de errores y tendencias negativas, calculada vuelta de tuerca con el objetivo de reforzar el control sobre la sociedad y una advertencia al pueblo que en Cuba no habría cambios, con esas medidas los aires de democracia chocaron frontalmente contra el inmovilismo caribeño y aquellos que soñamos con democracia fuimos sacudidos con la llegada de uno de los periodos más negros del Castrismo llamado cínicamente periodo especial. 


Desaparecieron de un plumazo de las librerías publicaciones soviéticas como la popular revista Sputnik,  el poderoso departamento ideológico no vio con buenos ojos las nuevas ideas y evitó la irrupción de ^contaminación ideológica^ al muy bien adoctrinado pueblo cubano. 


La agudización de los problemas económicos, la falta de ideas para solucionar la grave crisis, la fragilidad de las estructuras políticas federales y del gobierno Soviético, un intento de golpe de Estado abortado por la determinación del pueblo de no volver atrás culminaron con la independencia de las 15 repúblicas soviéticas y la firma por el propio Gorbachov de la disolución de la URSS en diciembre de 1991.


Mijaíl Gorbachov será recordado por su innegable contribución a la paz mundial, al logro de un mejor entendimiento entre las potencias nucleares con la negociación como base de la solución de conflictos,  comenzó una nueva era en el mundo con la incorporación a la familia de Naciones de 15 nuevas repúblicas independientes y democráticas, un legado celebrado por muchos, criticado por no pocos pero que cambió el mundo para siempre.